Por Sin Reservas
Cuando un país está acéfalo (no hay gobierno) como en la República Dominicana, cada delincuente hace lo que le viene en gana y peor aún los delincuentes gubernamentales de la mayor parte de los poderes del Estado se agrupan y forman una Asociación de malhechores, y cometen las más viles fechorías e inverosímiles abusos.
Y los hacen a sabiendas de que arriba, o son colegas (iguales) o son unos malvados que no les interesan sus iguales (solo para las elecciones) o disfrutan cada día las denuncias como esta, en las que casi siempre son responsables o cómplices, o por acción o por abulia.
Los ciudadanos decentes estamos «hasta la tambora» de que estas asociaciones de malhechores hagan constantemente lo siguiente:
La maldita situación viene de lejos. Es por tanto que sacamos del poder al Cartel Medina-Montilla, que lidera Danilo Medina, quien AHORA es socio de este «gobierno» y recurrimos a Luis Abinader, para que gobernara y pusiera orden. Pero «Abinader saca el demonio del Palacio», pidió un evangelico a través de un vídeo, y no hay dudas de que su accionar está acorde con el diablo. No es casualidad que su mujer (dicen que incitada por él) ya está pregonando a favor de los delicuentes sexuales, insolitamente cogiendo en su boca a nuestros niños.
Él lo dijo «saque el diablo del Palacio», pero no era necesario, el sujeto se pasó más de dos años haciendo diaburas en ámbitos neurálgicos, como el haitiano, una maldita cosa que denominan «genero», la educación, los robos de bienes del pueblo disfrazados de «fideicomiso», entre otros, pero cuando el pueblo se jartó al darse cuenta de que el cambio es un engaño, le dio con dureza, y este ahogándose reaccionó echándole manos al tema haitiano, el más grave del país.
Lo primero fue volver sobre su muro de hacía más de un año e hizo un bulto del carajo con su inicio en Dajabón, creyendo que con eso apaciguaba las ovejas y lamentablemente para él no todos somos borregos, como los infelices de Pedernales esta semana.
Esta proclama tiene mucha razón, pero no es todo. Veamos:
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